Transformaciones digitales inadecuadas: el caso de General Electric

“Un ejército victorioso gana primero y entabla la batalla después; un ejército derrotado lucha primero y luego intenta obtener la victoria”. El arte de la guerra de Sun Tzu ha sido tantas veces citado para explicar conceptos empresariales que muchas de sus citas han perdido su fuerza simbólica. Pero no por ello han perdido relevancia. Así, en los últimos años numerosas empresas han fracasado en sus procesos de transformación, dejando numerosos ejemplos de transformaciones digitales inadecuadas. La razón del revés está perfectamente resumida en la máxima del guerrero chino, lo que deja claro que algunas de sus enseñanzas tienen más vigencia que nunca.

General Electric, una mala estrategia

Uno de los casos más citados es el de General Electric, que en 2011 empezó a anunciar a bombo y platillo su aspiración de convertirse en una compañía referente en la industria digital. En 2015 abrieron un nuevo negocio llamado GE Digital enfocado en desarrollar soluciones IoT para la gran industria. Este gran plan supuso la contratación de más de 1.500 empleados, además de importantes inversiones cifradas en más de 4.000 millones de euros. Sin embargo, la estrategia no obtuvo los resultados esperados y precipitó el despido del CEO de la compañía en 2018 y la reducción de la inversión a casi la mitad con la nueva dirección.

Nadie discute que la visión del anterior CEO y el horizonte estratégico que había marcado eran acertados. El propósito era ofrecer herramientas accesibles a los responsables de las industrias para la recopilación de datos que les ayudaran a mejorar la eficiencia de los procesos y aumentar la productividad. Algo que la industria demandaba.

El problema no fue leer inadecuadamente lo que requería el mercado, sino obviar la capacidad real de la compañía para asumir la transformación. En lugar de enfocar el esfuerzo en digitalización en la mejora de sus servicios, trataron de impulsar desarrollos que pudieran implementar todas las industrias, como los servicios de computación en la nube o desarrollos de inteligencia artificial genéricos.

Transformaciones digitales inadecuadas

En resumen, General Electric se alejó demasiado de su área de especialización, por lo que el nuevo negocio se convirtió en una dimensión aislada sin apenas influencia en el resto de áreas. Por otra parte, un proceso de transformación digital que implica experimentación en nuevos desarrollos requiere mayor tolerancia al riesgo, y la cultura de General Electric, un gigante de más de 120 años de historia, siempre se había ido construyendo sobre el concepto de eficiencia.

Así que, ¿cómo iba a funcionar una estrategia que requiere de constante experimentación y prueba y error en una empresa cuyos procesos y estructuras estaban enfocados a que el 99 % de los productos funcionasen perfectamente en el primer intento? El cambio habría requerido una transformación en el modelo de incentivos sobre el rendimiento a los empleados, pero los directivos no contemplaron esta paradoja. La organización no estaba preparada para seguir el ritmo de la transformación digital que sus directivos querían imponer.

Otras transformaciones digitales inadecuadas

General Electric es solo un ejemplo entre otros muchos. De hecho, más de la mitad de los responsables de las organizaciones reconocen que la ausencia de una cultura facilitadora es el mayor obstáculo en el proceso de transformación digital de una empresa.

El condicionante es tan grande que aproximadamente tres de cada cuatro iniciativas de transformación en las empresas fracasan por culpa de una falta de cultura digital.

Estos datos nos dicen claramente que toda iniciativa que persiga la transformación digital debe sentar las bases en la evolución de la cultura de la compañía.

La verdadera transformación digital requiere que las empresas repiensen su modelo de negocio y lo asienten mejorando su capacidad tecnológica; no basta con agregar tecnología al modelo existente. La mayoría de las empresas hacen esto último, porque hacer lo primero es extremadamente exigente.

En cualquier caso, incorporar lo mejor de la cultura digital en una cultura heredada no debe suponer el sacrificio de la integridad, la estabilidad, el bienestar de los empleados o el patrimonio de la empresa. De lo contrario, la transformación digital encontrará resistencias insalvables y acabará fracasando.

Encontrar ese difícil equilibrio es el mayor reto al que se enfrentan las empresas que quieren digitalizarse. Resolverlo con éxito está en la mano de todas, pero requiere sentar las bases culturales mucho antes de empezar a considerar los medios tecnológicos. Como decía Sun Tzu, un ejército victorioso gana primero y entabla la batalla después.

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